Siento que puedo morir ahora, sí, y no de la puta felicidad que tanto se predica. Siento que puedo morir ahora porque nada está valiendo la pena y eso es casi tan insignificante como la brisa que pasa a mi lado entre la ventana cerrada. Es tan fácil irse a la mierda y quedarse allá cuando no hay ningún animalito que te lleve galletitas de consuelo. Mierda, mierda, mierda.
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