Nos despedimos hace poco, casi una eternidad.
No sé cómo lo hicimos, no sé qué me quiere decir el nudo en la garganta. Ya lloré, un poco, un poco sola, quizás esperando la lluvia del viento que cae de tu boca gritando y callando. Hace frío y aún no amanece, cada noche me dice que no es mía, que busque a otra para no despedirme. Pero soy tonta, y sólo te espero a ti, entre miles de inseguridades azules y momentos amarillos escondidos en cada rincón del viento que me invita a respirarte.
Puedo encontrarte a veces con sabor a cerezas por las mañanas y a piel por las noches, también puedo perderte una o dos veces al rozar tus labios con los míos y puedo reirme hasta llorar si me provocas cosquillas con palabras juguetonas.
Y entonces, dónde piensas esperar el momento justo de irrealidad pasajera en el que tus ojos se quedan quietos regocijándose con la alegría de los partcipantes que ya ganaron?
O dónde te despedirás con tono azul del vidrio que empapa mis noches?
No lo sabes.
Ni yo.
Ni nadie.
El sol iluminará de muchas maneras distintas antes y después de ti, sin embargo, el latido que te espera será el mismo una y mil veces para llevarte a la luna.
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:O
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