y aquí estoy escribiéndote, sabiendo que no me leerás, pero uno nunca sabe, como dice mi mamá y los grandes en general. Uno nunca sabe nada, ni si viviré más rato o si mañana llegaré tarde a clases o me fumaré un cigarro antes de dormir. No me preocupa tanto el mañana en verdad, o sí, no sé, es difícil decirlo cuando las cosas pierden sentido. El problema es la esperanza, siempre que queda un poquito la cobardía también toma su puesto y juega, esperanza no me deja hacer nada. Odio esto. Y no sé cómo hacer que termine.
Recién me atacó una araña y lo único que atiné a hacer después de que la maté fue tomar el celular y marcar tu número que ni siquiera sé si es el mismo, pero, bueno no pude apretar llamar (maldita cobardía y esperanza). Eres la única que me entendería sobre lo terrible y horroroso que es el ataque de una araña cuando estás en la cama. Te contaré un secreto; siempre que te decía; ay, pero chancha como le tienes miedo, o tranquila, o cuando mataba cualquier bicho para que tú te sintieses tranquila yo me moría por dentro y quería gritar igual que tú y llorar y todo eso, pero no podía porque tenía que cuidarte, pero ahora aquí estoy con las manitas temblando de miedo y los ojos nublados de pena y sin nadie que me cuente un cuento para dormir.
6 días y frenillos fuera. Me tomaré una foto para ti, que quizá en unos cuantos años más puedas ver.
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